
Doce hectáreas en plena naturaleza dedicadas a cuidar de tu caballo con gran atención y cariño
Nuestras instalaciones, en Muel, a pocos minutos de Zaragoza, reflejan nuestra preferencia por los espacios abiertos y el alojamiento en libertad.
En nuestros cercados el caballo puede moverse libremente y disfruta de un entorno natural y tranquilo
Un caballo confinado en un espacio reducido es un ser indefenso, impedido de los mecanismos e instintos más básicos de los que la naturaleza le ha dotado.
No prives a tu caballo de ver el horizonte. Los espacios abiertos, la alternancia del día y de la noche y la quietud del campo favorecen su desarrollo físico y de carácter. Está en su ADN que su única posibilidad ante una amenaza es avistarla con tiempo y huir a galope, de ahí su naturaleza asustadiza, ¿crees que puede sentirse feliz y a salvo encerrado entre cuatro paredes?
En nuestros paddocks tu caballo sabrá cuándo amanece y anochece, cuando llueve o hace sol o quién se acerca. Correrá y se revolcará a su antojo, feliz y libre de estrés.
Se sentirá acompañado por otros caballos. Fortalecerá sus músculos y ligamentos. Al no estar quieto mejorará su motilidad intestinal y disminuirá el riesgo de cólicos.
Si está descalzo sus cascos se endurecerán y desgastarán de forma natural. Siempre tendrá agua fresca y comida a su disposición. Y al contrario de lo que sucede en las cuadras, donde el forraje acaba irremediablemente mezclado con estiércol y orina, el pasto, la paja y la alfalfa estarán siempre limpias.

Nuestro paddock de manada para yeguas y sus potros es único en Zaragoza
Tu caballo disfrutará de un vallado de 40.000 metros cuadrados con desniveles naturales. Los potros juegan, corren a sus anchas, saltan y hacen esas cabriolas tan divertidas.
La socialización es sumamente importante y aquí aprenden a relacionarse con el grupo y a respetar la jerarquía. Esto favorecerá después la relación con su dueño. Los potros adquieren de este modo las habilidades necesarias para convertirse en grandes caballos.